Reformador de la Orden Trinitaria
San Juan Bautista de la Concepción ha pasado a la historia como el reformador de la Orden de la Santísima Trinidad, pero su obra literaria lo coloca también en una posición destacada entre los grandes místicos del Siglo de Oro de España.
Hijo de labradores acomodados, Juan Bautista García Rico, nació en Almodóvar del Campo, Ciudad Real, 10 de julio de 1561. Sintió una temprana vocación religiosa que reflejó en «jugar a santo» por medio de un acusado ascetismo que puso en peligro su salud infantil.
Recuperado a duras penas de un mal que le perseguiría durante casi toda su vida, su vocación se fortaleció al pasar por la localidad Santa Teresa de Jesús en 1574 ó 1576, quien profetizó a sus padres el futuro del niño.
En su adolescencia se relacionó con los Carmelitas Descalzos de Almodóvar, cuyo hábito deseó vestir. Estudió gramática con los Carmelitas y luego teología en Baeza y Toledo, donde tomó el hábito de los Trinitarios Calzados el 28 de junio de 1580 e hizo el noviciado. Profesó el 29 de junio de 1581.
Ordenado sacerdote y apenas repuesto de una grave enfermedad, los superiores le encomendaron la labor más acorde con sus dotes humanas y su buena preparación doctrinal: la predicación. Fue, así, predicador titular de los conventos de La Guardia, La Membrilla (Ciudad Real) y Sevilla. Aún sin poseer grados académicos, entre los religiosos se le apodaba el Teólogo y, en los conventos y entre sus oyentes, se le tenía por uno de los mejores predicadores de la Orden.
Estudió también filosofía con el Beato Simón de Rojas. Luego cursó cuatro cursos de teología en Alcalá de Henares y marchó a Sevilla, pero entonces tuvo una revelación al salir de Écija y concibe el deseo de reformar la Orden trinitaria para hacerla más rigurosa y regresar a la regla primitiva; marcha primero a Valdepeñas y luego a Roma, donde llega el 21 de marzo de 1598.
En su reforma encontró innumerables obstáculos por parte de los religiosos, que no querían vivir una vida de penitencia y tras varias dilaciones, detenciones y maniobras, logró el documento breve de erección de la reforma el 20 de agosto de 1599, obtuvo del Papa que, a los tres votos de obediencia, pobreza y castidad, fuese añadido un cuarto, por el cual no podían procurar, ni aun indirectamente, ninguna dignidad.
De vuelta a España tomó posesión del convento de Valdepeñas en 1600; desde 1601 a 1605 fundó ocho conventos de la Reforma en Alcalá, Madrid y Salamanca.
Elegido provincial, continúa fundando hasta siete casas, algunas muy importantes, cuales son Salamanca, Baeza, Córdoba, Sevilla y Pamplona.
Escribe para sus monjes numerosas obras ascéticas y un caudaloso Epistolario, en total ocho nutridos tomos de contenido variado, siempre en prosa y de tema moral, teológico o ascético. También una relación autobiográfica y algunas obras místicas.
Cesa de provincial en 1609, pero funda aún el monasterio de Toledo (1611) y trabaja en la fundación del de Sanlúcar de Barrameda, a pesar de un molesto mal de vejiga del que es operado y mal curado; se le ordena que cese de esas gestiones y se retira a Córdoba, donde se agrava su enfermedad; allí fallece el 14 de febrero de 1613.
Sus obras se conservan manuscritas en ocho volúmenes autógrafos y otro apógrafo en la Biblioteca Vaticana y permanecieron inéditas durante más de dos siglos hasta que, tras ser beatificado, en 1830 y 1831 se hizo una pésima edición en Roma de los autógrafos.
Con la canonización se incitó una reedición más cuidada de sus Obras completas, que se encomendó a Juan Pujana y este la realizó con ejemplar rigor en cuatro amplios volúmenes (1998 - 2002). San Juan Bautista de la Concepción es, sin duda, el escritor ascético y místico español de obra más extensa.
El papa Pablo VI lo canonizó en 1975.